
Hoy, 25 de agosto de 2025, Linux sopla 34 velas. Y no hablamos solo del cumpleaños de un sistema operativo: hablamos de un punto de inflexión en la historia de la tecnología. Un código que nació casi como un pasatiempo y terminó cambiando el mundo.
Corría 1991 cuando un estudiante finlandés, Linus Torvalds, escribió en un foro un mensaje que parecía inofensivo: estaba creando un sistema operativo libre, inspirado en UNIX, que funcionaba en los procesadores 386. Él mismo lo llamó una simple “afición”. Lo que nunca imaginó es que esa afición se convertiría en el corazón de internet, en la base de Android y en la pieza clave de miles de proyectos que hoy mueven al planeta.
¿Por qué se celebra Linux?
Porque Linux no es solo un sistema operativo, es toda una filosofía. Es el reflejo de una idea poderosa: la tecnología debe ser libre, abierta y accesible para cualquiera. Y ojo, no hablamos solo de programadores escribiendo líneas de código, sino de toda esa gente curiosa que, durante tres décadas, lo ha usado, compartido, adaptado y moldeado para darle nuevas formas.
Hoy Linux está en todas partes, incluso donde menos lo imaginamos. Está en tu móvil (sí, Android está basado en Linux), en servidores que sostienen internet, en satélites que giran sobre la Tierra, en supercomputadoras que realizan cálculos imposibles… en definitiva, en el motor invisible de la era digital.
Todo eso comenzó con una decisión muy simple: hacer un sistema operativo libre. Esa chispa encendió una revolución que aún no se apaga.
Un sistema de todos para todos
Si algo define a Linux, es que no nació de presupuestos millonarios, sino de la colaboración. Estudiantes, aficionados, profesionales, empresas, voluntarios… todos han dejado su huella en el proyecto. Han escrito parches, traducido manuales, creado documentación, resuelto dudas en foros y mantenido viva una comunidad global.
Y lo más importante: Linux no es un recuerdo del pasado, es una apuesta de futuro. Cada día más personas entienden que la tecnología puede ser algo que controlamos y personalizamos, en lugar de algo impuesto. Por eso, celebrar a Linux no es solo mirar atrás. Es también reconocer que lo que viene será igual de emocionante.
¿Y tú? ¿Cómo conociste Linux?
Aquí la historia se vuelve personal. Cada usuario de Linux tiene un “primer encuentro” que suele ser especial. Para algunos fue necesidad, para otros curiosidad. Quizá lo instalaste en esa computadora antigua que ya no podía con Windows. O tal vez fue un amigo friki quien te habló del “sistema libre” y decidiste probarlo.
¿Recuerdas cuál fue tu primera distro? ¿Ese primer arranque? ¿La primera vez que abriste la terminal y te sentiste un poco como un hacker de película? Esos momentos —torpes, emocionantes, llenos de descubrimiento— son los que realmente nos conectan con Linux. Porque más allá del software, lo que te da es libertad: la de aprender, explorar, equivocarte y seguir creciendo.
34 años después…
Hoy, al mirar hacia atrás, no vemos solo un sistema operativo. Vemos un movimiento que cambió la forma en que pensamos la tecnología. Vemos un proyecto que demostró que cuando millones de personas trabajan juntas, el resultado puede transformar industrias enteras.
Linux no se quedó en los laboratorios ni en los servidores. Se coló en nuestra vida diaria y sigue abriendo caminos. Y lo mejor de todo es que no muestra señales de detenerse.
Así que sí, hoy celebramos 34 años de Linux. Pero, sobre todo, celebramos la idea que lo hizo posible: la tecnología es más poderosa cuando se comparte.
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