Anthony Enzor-DeMeo por fin ha tomado oficialmente las riendas de Mozilla Corporation. Y lo ha hecho como suele hacerse hoy en día: con una entrada en el blog corporativo, de esas que buscan marcar territorio y explicar hacia dónde va todo esto. Habla del “próximo capítulo” de Mozilla. Suena importante. Y, en cierto modo, lo es.
La idea central queda clara desde el principio. Firefox seguirá siendo el “ancla” de la compañía, el producto que lo sostiene todo. Pero ojo, porque no se va a quedar quieto. Según su nuevo CEO, Firefox está destinado a evolucionar y convertirse en un “navegador de IA moderno”. ¿El objetivo real? Abrir nuevas vías de ingresos para Mozilla, que buena falta le hacen.
Curiosamente, el tono del texto de Enzor-DeMeo resulta casi refrescante. No está saturado de jerga artificial ni parece escrito por un modelo generativo, algo que últimamente ya es noticia en sí mismo. Da la sensación de que lo ha escrito una persona. Un humano. Pero cuando lees entre líneas, la visión que se dibuja no pone tanto el foco en los usuarios como en el dinero que entra —o que debería entrar— en caja.
Ya hubo quien lo señaló con cierta ironía: esta “reconexión” de Mozilla con la inteligencia artificial parece menos pensada para quienes usamos Firefox a diario y más para las necesidades del C-suite. Para los despachos de arriba. Para cuadrar balances. Porque cuando se habla de que los ingresos derivados de funciones de IA forman parte de un “doble resultado” anual, cuesta no pensar que lo prioritario no somos precisamente nosotros, los de a pie, los que navegamos en clase turista.
Parte de esta estrategia pasa por lo que se rumorea como la futura “ventana de IA” de Firefox. Una experiencia en la que, en lugar de escribir URLs, escribiríamos preguntas. Donde leeríamos resúmenes generados por máquinas a partir de textos escritos por humanos, en vez de escuchar directamente a esas personas. Un cambio profundo en cómo se concibe el propio acto de navegar.
La IA será opcional… al menos sobre el papel
Enzor-DeMeo insiste en una palabra que parece haberse convertido en su favorita: “agencia”. Según él, todos estos cambios nos darán más control. Y aquí llega la frase clave: las funciones de inteligencia artificial en Firefox serán “algo que la gente pueda desactivar fácilmente”.
Suena bien. Tranquiliza. Pero también levanta cejas.
Porque una cosa es hablar de agencia y otra muy distinta es cómo se implementa. Si los ingresos por IA forman parte de ese “doble resultado” que no se puede negociar, ¿qué significa exactamente “fácilmente”? ¿Un simple interruptor visible y claro? ¿O una opción escondida tras varios menús, una visita a about:config o incluso una política empresarial?
Hay una tensión evidente. Mozilla necesita que sus ingresos vayan en una dirección muy concreta. Pero el discurso constante sobre nuestra agencia apunta justo en sentido contrario. Y mantener ese equilibrio no es nada sencillo.
Firefox como plataforma “en alquiler”
El contexto lo explica casi todo. La mayor parte de los ingresos de Mozilla siguen dependiendo de su acuerdo de búsqueda con Google. Un acuerdo que, con el auge de los chatbots de IA y la aparición de nuevos navegadores centrados en inteligencia artificial, ya no parece tan sólido ni tan garantizado como antes.
En ese escenario, transformar Firefox de un simple agente de usuario en una plataforma de inteligencia artificial es, en la práctica, colgar un cartel de “Se alquila” en la puerta. La idea es que las grandes tecnológicas llamen. Que haya acuerdos de integración. Que entren socios.
De hecho, Mozilla ya ha empezado a moverse en esa dirección. Perplexity, por ejemplo, se ha añadido recientemente como opción de búsqueda. Y todo apunta a que este tipo de acuerdos con proveedores de IA puede ser la única forma viable de sustituir, o al menos renegociar, el papel de Google sin que el castillo se venga abajo.
¿Un ecosistema de confianza… o una apuesta forzada?
“Firefox crecerá de un navegador a un ecosistema más amplio de software de confianza. Firefox seguirá siendo nuestro ancla. Se convertirá en un navegador de inteligencia artificial moderno y admitirá una cartera de nuevas y confiables adiciones de software”. Las palabras del CEO suenan ambiciosas. Casi épicas.
Pero la pregunta incómoda sigue ahí: ¿realmente el mundo está pidiendo más IA de Mozilla? ¿O incluso más productos de Mozilla, cuando muchos de los actuales apenas tienen adopción significativa? Enzor-DeMeo parece apostar a que sí. A que hay espacio. A que esta es la jugada correcta.
El problema es con quién compite.
OpenAI con Atlas, Google con su cometa llamado Perplexity y su integración brutal de IA en Chrome, Microsoft Edge… Todos ellos tienen algo que Mozilla no tiene: pilas completas de inteligencia artificial propias. Modelos, infraestructura, talento especializado y miles de millones invertidos en I+D.
Mozilla, en cambio, integra IA de terceros. Chatbots ajenos. Sistemas de resumen que no controla. Incluso muchas de sus funciones de IA “en el dispositivo” dependen de modelos que no son suyos, en gran parte basados en Llama, el modelo de código abierto de Meta. Y ahí hay otra sombra: Zuckerberg ya está empujando al sucesor de Llama hacia un modelo propietario.
Si Meta sube esa escalera y cierra más puertas, las ambiciones de IA de Mozilla podrían quedarse colgando en el aire.
Y a todo esto se suma otro detalle nada menor: todos esos navegadores de IA rivales están basados en Chromium. Mozilla sigue sola con su motor. Lo cual siempre fue una fortaleza… pero también puede convertirse en un lastre.
Mucho en juego, demasiado en riesgo
Si Mozilla acierta, un Firefox centrado en la inteligencia artificial podría generar ingresos frescos y dar oxígeno a la organización. Pero esos ingresos dependen, inevitablemente, de los usuarios.
Si se equivoca, el escenario es mucho más oscuro. Un Firefox de IA que no atrae nuevos usuarios y que, además, ahuyenta a parte de los actuales, podría suponer un golpe fatal. No solo para Mozilla, sino para lo que Firefox representa: uno de los últimos grandes baluartes contra el monocultivo del navegador.
¿Innovación… o pura desesperación?
El dilema de Mozilla es real, y conviene decirlo claro. El acuerdo con Google es inestable. Las donaciones no escalan. Competir solo añadiendo funciones, y además llegando tarde, no está frenando la caída de cuota de mercado.
Pero aun así, cuesta no sentir cierta decepción. En lugar de reforzar lo que históricamente hizo bien —ofrecer opciones reales, defender la agencia del usuario y apostar por estándares abiertos en una web cada vez más hostil—, el nuevo liderazgo parece decidido a lanzarse a la misma fiebre del oro de la IA que todos los demás. Solo que con menos recursos y con una credibilidad más frágil.
Para quienes elegimos Firefox precisamente porque no hacía lo mismo que el resto, porque defendía una web abierta y no sacrificaba a los pequeños para contentar a los gigantes, la pregunta es inevitable.
¿Quién está luchando ahora por nosotros?
Fuente: OMGUbuntu
Añadir comentario
Comentarios