
Durante mucho tiempo, Windows fue sinónimo de informática personal. Decir “tengo un ordenador” era, en la mayoría de los casos, decir “tengo Windows”. Desde oficinas hasta hogares, pasando por escuelas y empresas, Microsoft dominó el escritorio con mano firme.
Pero los tiempos cambian. Y, a veces, lo hacen más rápido de lo que uno espera.
Hoy, el panorama ha dado un giro inquietante para Microsoft: en solo tres años, ha perdido 400 millones de usuarios activos.
Sí, 400 millones. Una cifra difícil de ignorar.
Según datos recientes, Windows ha pasado de estar presente en unos 1.400 millones de dispositivos en 2022 a tan solo 1.000 millones en 2025. Y detrás de esa caída hay más que simples estadísticas: hay cambios profundos en cómo usamos la tecnología, frustraciones acumuladas… y decisiones que no siempre han sido acertadas.
Un retroceso que no llegó de golpe
Este desplome no fue un terremoto repentino. Fue más bien un goteo persistente, constante. Un desgaste que ha ido debilitando la hegemonía de Windows año tras año.
La informática ya no gira en torno al PC como antes. Hoy el móvil es el centro de operaciones de millones de personas. Lo usamos para leer, trabajar, comprar, ver películas, jugar, hacer videollamadas… incluso para tareas que antes parecían exclusivas del ordenador.
Y si el smartphone resuelve casi todo, ¿para qué mantener un PC con Windows?
Windows 11: el golpe que nadie pidió
Pero si hay algo que aceleró este declive, fue Windows 11.
Lo que debía ser la nueva joya de la corona terminó siendo, para muchos, una enorme decepción.
Desde el principio, la versión llegó con polémica:
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Requisitos de hardware que dejaron fuera a millones de equipos perfectamente funcionales.
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La imposición del chip TPM 2.0.
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Cambios visuales que no convencieron.
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Publicidad integrada en el sistema operativo.
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Y lo más duro: la sensación de que, en el fondo, no hay suficientes mejoras reales como para justificar tanto caos.
El resultado es evidente: más de la mitad de los usuarios siguen fieles a Windows 10, un sistema al que apenas le quedan unos meses de soporte oficial. ¿Y qué pasará entonces? Muchos se lo están preguntando… y pocos tienen respuestas claras.
El usuario, ante una decisión incómoda
Windows 10 dejará de recibir actualizaciones en octubre de 2025.
Eso coloca a millones de personas frente a una encrucijada incómoda:
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Cambiar de equipo para cumplir los requisitos de Windows 11.
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Seguir usando un sistema sin soporte, asumiendo riesgos de seguridad.
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Buscar una alternativa: Linux, macOS, ChromeOS… lo que sea, pero que funcione y no obligue a gastar más dinero del necesario.
Y eso es justo lo que muchos están haciendo.
La fidelidad tecnológica ya no es ciega. Los usuarios comparan, investigan, y si sienten que no se les escucha… se van.
Alternativas que ganan terreno
Mientras Windows pierde usuarios, otras plataformas pisan el acelerador.
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Apple, con sus Mac equipados con chips ARM, conquista cada vez más a profesionales creativos y empresas.
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ChromeOS, con su enfoque sencillo y basado en la nube, reina en el mundo educativo.
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Y Linux, históricamente marginado, está viviendo un momento interesante, sobre todo en administraciones públicas y organizaciones que buscan mayor control, seguridad y libertad.
Países como Alemania, Francia o Dinamarca ya han comenzado a abandonar Windows en sus organismos oficiales, apostando por el software libre. ¿Casualidad? Para nada. Es una tendencia que va tomando fuerza.
Ni el gaming es territorio seguro
Durante años, los videojuegos fueron el bastión más firme de Windows.
Pero ahora, incluso ahí, las cosas empiezan a cambiar.
SteamOS, el sistema operativo de Valve basado en Linux, ha comenzado a abrirse paso, especialmente gracias a consolas portátiles como la Steam Deck. Y lo mejor: funciona bien.
El sueño de jugar en Linux ya no es solo cosa de hackers con gafas de pasta y terminales negras. Es real. Y está ocurriendo.
Copilot+, IA… pero sin magia
Microsoft intenta recuperar terreno apostando por la inteligencia artificial.
Los nuevos PC Copilot+ integran funciones inteligentes que suenan prometedoras… sobre el papel.
En la práctica, la recepción ha sido tibia.
No porque la IA no interese, sino porque los usuarios esperaban soluciones reales a problemas reales. Y no lo están encontrando.
En foros como Reddit y redes sociales, la crítica es constante: demasiadas promesas, poca innovación, y una desconexión cada vez más evidente entre la compañía y sus usuarios.
Números que no se maquillan
A estas alturas de 2025, Windows 11 apenas llega al 36% del mercado.
Windows 10, en cambio, se mantiene cerca del 60%.
Eso significa que más de 500 millones de equipos siguen usando una versión que morirá pronto, al menos oficialmente.
¿De verdad cree Microsoft que todos esos usuarios cambiarán de equipo de la noche a la mañana?
Spoiler: no lo harán.
La fragmentación del ecosistema es inevitable. Y eso complica todavía más la gestión, la seguridad y el desarrollo de software.
¿Y ahora qué, Microsoft?
En Redmond, saben que el panorama no es alentador.
El desarrollo de Windows 12 ya está en marcha, y hay rumores de que su lanzamiento podría adelantarse. Pero… ¿será suficiente?
Hoy el escritorio es solo una pieza más del rompecabezas digital.
La nube, el móvil, los sistemas alternativos… todo eso está cambiando las reglas del juego. Y Microsoft ya no juega solo.
Tiene que reconstruir la confianza, entender lo que de verdad necesita la gente, y recuperar la magia que hizo de Windows un estándar mundial.
¿Un punto de no retorno?
Perder 400 millones de usuarios en tres años no es un simple tropezón.
Es una señal de alarma, una llamada de atención urgente.
Es la evidencia de que el modelo que funcionó durante décadas ya no sirve para todos.
El futuro del escritorio no está escrito. Pero una cosa es segura:
los usuarios ya no están dispuestos a seguir en Windows por inercia.
Y tal vez —solo tal vez— eso sea lo mejor que le puede pasar a la informática personal.
Fuente: LinuxOS-net
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