
Hubo una época —no tan lejana— en la que NVIDIA aparecía tímidamente en la zona baja del Top 10 de empresas más valiosas del mundo. Séptimo, octavo, noveno puesto… siempre en la parte final de esa lista dominada por titanes como Apple, Microsoft, Amazon o Google. Pero algo cambió. Y lo hizo de forma brutal.
Gracias a la inteligencia artificial, la compañía de Jensen Huang se catapultó al olimpo bursátil. No solo alcanzó el Top 3: en más de una ocasión, NVIDIA fue la empresa más valiosa del planeta. Un logro gigantesco, impulsado por una tecnología que, hasta hace poco, muchos aún consideraban ciencia ficción.
Pero no todo es tan perfecto. Porque mientras el mundo abraza la IA, NVIDIA se ve obligada a soltar la mano de un viejo socio comercial: China.
La revolución de la IA… y el papel estelar de NVIDIA
Cuando la inteligencia artificial explotó en popularidad, vimos cómo muchas compañías se lanzaban de cabeza al nuevo océano de oportunidades. Microsoft fue una de las primeras. Apostó por OpenAI, metió miles de millones en el desarrollo de ChatGPT y el resto es historia.
NVIDIA también vio venir la ola. Pero no como simple espectadora, sino como pieza clave. Sabía que sus GPU serían esenciales para entrenar modelos, procesar datos, acelerar inferencias. Y acertó. La demanda fue tan alta que, por momentos, era casi imposible conseguir una de sus tarjetas de IA. Había listas de espera. Y muchas.
A día de hoy, NVIDIA sigue reinando en el mundo del hardware para inteligencia artificial. Y aunque ahora tiene competencia seria —AMD fuera de China y Huawei dentro—, su posición sigue siendo dominante.
El problema es que uno de sus mercados más grandes, China, está cada vez más lejos.
Las sanciones cambian las reglas del juego
La relación comercial entre Estados Unidos y China lleva años en tensión. Y en medio de esa guerra fría tecnológica, NVIDIA ha recibido daño colateral. Las restricciones impuestas por Washington para limitar el acceso de China a chips avanzados han afectado directamente a sus operaciones.
La compañía ha intentado adaptarse. Ha lanzado versiones limitadas de sus GPU, como la serie H20, y desarrolló incluso una nueva tarjeta, la B30, diseñada para cumplir estrictamente con la normativa. Pero no ha sido suficiente. No ha funcionado como esperaban.
Y ahora han tomado una decisión drástica pero comprensible: NVIDIA dejará de incluir a China en sus previsiones de ingresos relacionadas con inteligencia artificial. Así, sin rodeos. Al menos mientras estas restricciones sigan vigentes.
Huang se planta: “Queremos que China tenga libertad como los demás”
Jensen Huang no ha escondido su opinión. Está en contra de las políticas que restringen el comercio de tecnología con China. Cree —y lo ha dicho con claridad— que la innovación debería ser accesible para todos, sin excepciones.
Pero una cosa es lo que se desea y otra lo que dicta la realidad geopolítica. Así que, por el momento, NVIDIA ha optado por una estrategia más segura: centrarse en mercados donde no haya trabas, donde pueda crecer sin complicaciones legales o diplomáticas.
Y lo cierto es que esa estrategia está funcionando.
Sin China, pero con ingresos en récord tras récord
Podría pensarse que perder a China sería un golpe duro. Y en parte lo es. Pero, sorprendentemente, los ingresos de NVIDIA no han dejado de crecer. Cada trimestre marca un nuevo récord. Una y otra vez.
El resto del mundo sigue hambriento de IA. Empresas de todos los sectores quieren sumarse a la transformación. Desde medicina hasta automoción, desde videojuegos hasta banca: todos buscan acelerar sus procesos, y para eso, necesitan potencia. Necesitan GPU. Necesitan, en muchos casos, a NVIDIA.
Mientras tanto, en China, Huawei se prepara para ocupar el espacio que ha quedado libre. Sus aceleradores para IA están madurando, y el gigante asiático parece decidido a depender cada vez menos de proveedores extranjeros.
¿Una despedida definitiva? Aún no.
Es importante entender que esto no es un adiós total. Es un “hasta que cambien las cosas”. Si en algún momento las tensiones entre EE.UU. y China se reducen, si las restricciones desaparecen o se relajan, NVIDIA seguramente volverá a mirar a China con otros ojos.
Pero hasta entonces, ha preferido no hacerse falsas ilusiones ni inflar previsiones que podrían venirse abajo en cualquier momento.
Conclusión: firmeza, estrategia y una pizca de resignación
La decisión de NVIDIA no es fácil. Pero es firme. Sabe que China es un mercado enorme, estratégico. Sabe que perderlo duele. Pero también sabe que aferrarse a una expectativa irreal podría acabar saliéndole muy caro.
Así que, por ahora, sigue adelante sin contar con uno de los países que más GPUs compraba hasta hace muy poco. Lo hace con la cabeza alta, con las cuentas en verde, y con la esperanza de que, algún día, la política deje de frenar el avance de la tecnología.
Y mientras tanto, el resto del mundo sigue diciendo una cosa muy clara: “Queremos más IA”. Y NVIDIA está lista para responder.
Fuentes: Él chapuzas informático
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