
LibreOffice y Linux llegan al gobierno danés. Windows y Office se despiden.
Dinamarca ha dicho “basta”. En un mundo cada vez más dependiente de gigantes tecnológicos como Microsoft, el país nórdico ha decidido dar un paso valiente —y bastante simbólico— hacia la independencia digital. Y lo hace con una decisión clara: eliminar progresivamente el uso de Windows y Office en su Ministerio de Digitalización.
La responsable de este anuncio es Caroline Stage, ministra de Digitalización, que ha dejado claro que no se trata de una ocurrencia pasajera, sino de una estrategia nacional. Una que busca algo muy simple de decir, pero difícil de lograr: que los datos de los daneses no estén al servicio de intereses extranjeros. Que las herramientas digitales del Estado no dependan de decisiones que se toman al otro lado del Atlántico.
Adiós Microsoft, hola LibreOffice y Linux
Según el medio Politiken, los primeros cambios comenzarán este mismo verano. No hay tiempo que perder. Aproximadamente la mitad de los empleados del ministerio dejarán atrás Microsoft 365 (el Office de toda la vida) para empezar a trabajar con LibreOffice, la popular alternativa libre.
Pero eso no es todo. También Windows será sustituido por Linux. Aún no se ha desvelado qué distribución se utilizará, pero el mensaje es claro: el software privativo queda fuera.
Esta transición forma parte de un plan a cuatro años. Lento, sí, pero firme. El Ministerio será la primera pieza del dominó, pero no la única. Ciudades como Copenhague y Aarhus ya habían anunciado planes similares para abandonar los servicios de Microsoft. No están compitiendo entre ellas. La ministra lo ha dejado claro: “Debemos cooperar, no competir. El código abierto solo tiene sentido si lo construimos juntas”.
¿Y si esto falla?
Lo han pensado. No hay nada improvisado aquí. Caroline Stage ha sido muy honesta: si el cambio no sale como esperan, volverán temporalmente al sistema anterior. Pero no quieren quedarse paralizados por el miedo. Como ella misma dijo: “No nos acercaremos más a la meta si no comenzamos”. Y, por ahora, asegura que el personal del ministerio está abierto al cambio. Esperanzados, incluso.
Aunque, claro… eso no significa que vaya a ser fácil.
LinEx, Guadalinex... y el déjà vu español
Esta historia resuena con fuerza en quienes recuerdan los casos de Extremadura y Andalucía. Allí, hace dos décadas, se impulsaron proyectos similares: LinEx y Guadalinex, distribuciones Linux creadas para sustituir Windows en las administraciones.
La idea era buena. El entusiasmo también. Pero el reto fue enorme. Y no técnico, curiosamente. El problema fue humano. Cambiar software es mucho más que cambiar iconos. Es cambiar costumbres. Métodos de trabajo. Resistencias silenciosas que, muchas veces, son más duras que cualquier bug.
Dinamarca sabe esto. Y se prepara para lo que venga.
El contexto europeo: menos dependencia, más control
Este movimiento danés no es aislado. Llega justo cuando la Unión Europea prepara inversiones millonarias en inteligencia artificial y ciberseguridad. Europa quiere recuperar el control de su futuro digital, y no depender de decisiones ajenas. ¿El motivo? Tensión geopolítica, sí. Pero también sentido común.
Desde la era Trump, las relaciones con Estados Unidos se han vuelto... digamos, imprevisibles. Y eso hace que confiar en empresas estadounidenses para gestionar datos públicos parezca, cada vez más, un riesgo. Más aún cuando esas empresas multiplican sus precios año tras año.
Dinero, sí. Pero no lo es todo
Bo Fristed, responsable digital del ayuntamiento de Aarhus, lo explicó con números: pasar de Microsoft a soluciones libres reducirá su presupuesto digital de 70.000 a 30.000 euros al año. Un ahorro enorme. ¿Cómo lo harán? Cambiando la nube de Microsoft por un proveedor alemán.
Y no es un caso aislado. El gasto en servicios de Microsoft en los municipios daneses pasó de 27 millones de euros en 2018 a 49 millones en 2023. Sí, casi el doble en apenas cinco años. Una cifra que empieza a resultar difícil de justificar.
El mayor obstáculo: las personas
Sin embargo, más allá del dinero o la tecnología, hay algo que puede poner a prueba este ambicioso plan: la resistencia al cambio.
En Aarhus lo están viviendo de cerca. Fristed reconoce que muchos trabajadores del ayuntamiento ven la migración como un retroceso. Como si les quitaran herramientas que funcionaban. Y es comprensible. Todos nos resistimos a cambiar lo que ya conocemos. Especialmente si nadie nos acompaña en el proceso.
Ahí es donde Dinamarca tiene que hacerlo distinto. Con formación. Con empatía. Y con una visión de futuro que pueda compartirse, no solo imponerse.
¿Un nuevo modelo digital para Europa?
Dinamarca aún no ha anunciado una distribución propia, como sí lo hicieron Extremadura o Andalucía. Pero lo que sí está haciendo es algo aún más interesante: está mostrando que se puede empezar, con decisión, sin tener todas las respuestas.
Porque en un mundo donde la tecnología define políticas, fronteras y libertades, controlar tu software es controlar tu destino.
Dinamarca lo ha entendido. Y ha decidido actuar.
¿Lo hará el resto de Europa?
Fuente: Genbeta
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