
El drama entre Google y Nextcloud nos deja una pregunta incómoda: ¿pueden las grandes plataformas decidir qué aplicaciones funcionan y cuáles no?
Por [Tu Nombre] – 16 de mayo de 2025
Era una actualización más. Una de tantas. El equipo de Nextcloud había preparado una nueva versión de su app para Android, como hacen miles de desarrolladores cada semana. Todo parecía en orden… hasta que llegó el portazo.
Google rechazó la actualización. ¿El motivo? Algo que puede sonar técnico, pero que esconde una historia más grande: el permiso para acceder a todos los archivos del dispositivo. Un permiso que, hasta ese momento, permitía a Nextcloud Files subir casi cualquier tipo de contenido a la nube del usuario: documentos, PDFs, hojas de cálculo, scripts, archivos comprimidos. Todo.
Pero eso cambió. Y no fue un cambio pequeño.
El bloqueo que lo cambió todo
Google exigió que Nextcloud eliminara ese permiso. En su lugar, debía usar el Storage Access Framework (SAF) o la MediaStore API. Técnicamente, son alternativas que suenan bien. En la práctica, no lo son tanto.
Nextcloud fue claro: estas APIs no cubren las necesidades reales de su app. El SAF está pensado para que una app pueda compartir archivos con otra, no para sincronizar carpetas enteras de forma fluida y automática. Y la MediaStore… bueno, solo funciona con fotos, vídeos y algo de música. Nada de documentos, ni zips, ni nada más.
Resultado: la app en Google Play ya no puede subir archivos normales. Solo fotos y vídeos. ¿El resto? Fuera de juego. Para una aplicación de almacenamiento en la nube, eso es un golpe directo al corazón.
Reglas que no se aplican a todos
Aquí es donde la cosa se vuelve realmente frustrante. Y sí, se siente personal.
Nextcloud lleva meses intentando hablar con Google. Intentando razonar. Pero la respuesta siempre es la misma: mensajes genéricos, enlaces a documentación y rechazos en formato copia-pega. Ni una pizca de diálogo real.
Y lo más grave: otras apps, de compañías más grandes —Apple, Microsoft, incluso la propia Google— no parecen tener estos problemas. Sus apps no enfrentan estas restricciones. Entonces, ¿por qué Nextcloud sí?
Esto ya no es solo una cuestión técnica. Es una cuestión de trato justo. De si las reglas se aplican igual a todos… o si hay un sistema de privilegios que beneficia a los de siempre.
Ecos del pasado: Microsoft, años 90
Si esto te suena familiar, no es coincidencia. En los años 90, Microsoft bloqueó el camino a sus competidores integrando Office de forma preferente en Windows. ¿El objetivo? Que WordPerfect y compañía no pudieran competir en igualdad de condiciones.
Ahora, algunos ven algo parecido. Google, como plataforma dominante en Android, pone trabas a apps que podrían competir con sus propios servicios. Y lo hace en nombre de la “seguridad”. Pero… ¿es realmente seguridad, o es un muro cuidadosamente colocado?
F-Droid: la salida, pero no para todos
Hay una forma de esquivar esta limitación: instalar Nextcloud desde F-Droid, la tienda alternativa centrada en software libre. Allí, la app mantiene sus permisos originales. Y funciona como siempre.
Pero seamos realistas: esa no es una opción viable para la mayoría. Requiere pasos manuales, ajustes de seguridad, y sobre todo, confianza en un ecosistema que muchos usuarios ni conocen. Además, más de un millón de instalaciones activas de Nextcloud provienen directamente de Google Play. Cambiar de tienda no es tan sencillo como suena.
El problema de fondo
Todo esto nos lleva a algo más profundo. Más allá de Nextcloud. Más allá de esta actualización.
¿Quién controla las plataformas? ¿Quién decide qué funcionalidades puede tener una app? ¿Y por qué los pequeños proyectos de código abierto deben enfrentarse a estas barreras, mientras que los gigantes tecnológicos parecen jugar con otras reglas?
El equipo de Nextcloud lo dijo con claridad —y con cierta impotencia— en un comunicado reciente:
“Todos ustedes como usuarios tienen un cliente de archivos en la nube peor porque Google así lo quiso.”
Y, honestamente, se siente como una bofetada.
¿Y ahora qué?
El caso Nextcloud no está cerrado. Pero sí está claro que esto no es un hecho aislado. Es parte de un patrón: las grandes plataformas actuando como porteros, decidiendo quién entra, quién se queda fuera y bajo qué condiciones.
Google ya ha estado en la mira de las autoridades europeas y estadounidenses por temas de competencia. Este nuevo caso podría alimentar aún más esa discusión. Porque lo que está en juego no es solo una app que no puede subir archivos. Es el equilibrio de poder en el mundo digital.
Si queremos un ecosistema justo, diverso y verdaderamente abierto, necesitamos algo más que reglas bien escritas: necesitamos que se apliquen igual para todos.
Fuente: Linuxiac
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